La naturaleza siempre ha creado materia orgánica para retroalimentarse; es un ciclo que viene desde el origen de la vida en la Tierra. Si observamos la selva amazónica y los bosques nos damos cuenta de que todo vive y crece sobre un suelo que ellos mismos han ido creando a lo largo del tiempo. Gracias a procesos de descomposición generados por microorganismos se enriquece el suelo que después vuelve a dar vida.
La mayoría de las personas no somos conscientes de la importancia de estos procesos de degradación para la supervivencia de las plantas e incluso de otras especies, incluida la del ser humano.
Actualmente la sociedad está poniendo en gran riesgo estos procesos de retroalimentación y el aumento de la fertilidad en la tierra, ya que la mayoría de la materia orgánica convertida en alimentos es consumida a miles de kilómetros de su lugar de origen.
Los restos orgánicos, tras su consumo, no logran integrarse en el ciclo vital, terminan en vertederos de basura o llegan a contaminar el suelo y el agua debido a la inadecuada gestión de los mismos. Esto es relevante considerando que, según zonas geográficas, estos restos suelen ser alrededor del 50% del contenido de las bolsas de basura.
Una buena forma de hacer frente a este problema y nuevamente restablecer este ciclo vital es compostando nuestros residuos orgánicos. El compost es un abono orgánico generado por un proceso de descomposición aeróbica –con oxígeno– de la materia orgánica mediante vida microbiana.
Al igual que sucede en la tierra, en el compost se multiplican infinidad de poblaciones microbianas, dada la abundante materia orgánica y estas últimas –bacterias, actinomicetos, hongos– se encargan del 95% de la actividad descomponedora. Es decir, nosotros no hacemos el compost, solo creamos las condiciones necesarias o el hábitat en el que se desarrollan los microorganismos descomponedores, tomando los patrones observados que se encuentran en la degradación de la materia orgánica en selvas y bosques.
Nosotros no hacemos el compost, solo creamos las condiciones necesarias o el hábitat en el que se desarrollan los microorganismos descomponedores.
El compost mejora la tierra: le da una textura y estructura apropiada a los suelos, potencia la capacidad de retención y drenaje del agua y le da nutrientes. Por lo tanto, podemos usarlo para alimentar a las plantas de nuestro jardín, del vecino, del parque o de algún conocido o desconocido. Lo podemos regalar o poner en macetas. Podemos sembrar plantas medicinales, flores, hortalizas, etc.
El compostaje es una buena práctica ambiental que puede realizarse en cualquier casa o departamento y que trae grandes beneficios. El proceso nos enseña mucho sobre el origen de la vida y los ecosistemas, lo cual puede resultar en una experiencia muy enriquecedora. Asimismo, nos mantiene en contacto directo con la tierra ayudándonos a entender cómo funciona el ciclo de la vida.
¡El cambio está en nuestras manos y empieza desde tu hogar!
Escrito por: Gonzalo León
----Somos una microempresa que busca ayudar a mitigar el impacto ambiental causado por la inadecuada gestión de residuos orgánicos en Lima-Perú, por medio de la enseñanza del compostaje doméstico en departamentos, casas, oficinas y colegios. Solo en Lima ya hemos ganado una asombrosa comunidad de alrededor de 1000 hogares, los cuales ya están haciendo un cambio en nuestra ciudad.
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