Cuando reciclamos los residuos orgánicos de nuestras casas (compostaje) estamos elaborando un súper-fertilizante (compost) sin invertir dinero. Es fácil y requiere apenas utilizar materiales reciclados como por ejemplo cajas de fruta, cartón o incluso un balde de plástico.
Foto jaba: ¡No necesitas mucho para hacer compost!
Nos tomará poco tiempo y solo hay que atrevernos a dejar algunos prejuicios que de repente tenemos (como por ejemplo que huele mal o atrae moscas).
Hacer compost en casa tiene muchos beneficios, tanto ambientales como sociales: ayuda a que las personas tengan un estilo de vida más sostenible. Las personas que compostan en su hogar producen su propio abono ecológico que después nutre plantas ornamentales u hortalizas en nuestras casas y parques.
Y una mayor cantidad de áreas verdes mejora la calidad de vida. Según la Organización Mundial de Salud se necesitan 9 m² per capita, mientras que en Lima son solo 3m² por persona y estos no están distribuidos de una manera equitativa. Hay mucho por hacer y podemos hacer mucho.
El compostaje y la agricultura urbana abren nuevas oportunidades en la lucha contra la pobreza extrema. ¿Cómo?
En la agricultura urbana se crean espacios productivos dentro de las ciudades. Que los huertos regresen a la ciudad es una consecuencia lógica, ya que cada vez hay más personas que viven en las grandes ciudades y tod@s necesitamos alimentarnos. El cultivo de hortalizas dentro de la urbe también puede ayudar a que familias de bajos recursos puedan producir sus propios alimentos, mejorar su dieta e incluso generar un ingreso adicional. Y el compost como un abono ecológico gratuito juega un importante papel dentro de este movimiento.
El compostaje doméstico reduce de manera significante la cantidad de residuos que se desechan, nos enseña mucho sobre el ciclo de la vida y también a respetar la base de nuestra alimentación (los suelos).
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